Ser una víctima de alguna injusticia no es algo que podamos
cambiar, pero adoptar ese papel como propio y no como adquirido es auto
destructivo. Corremos el peligro de acostumbrarnos a él, caer en la auto
compasión, y hacerla algo permanente en nosotros, volvernos hipersensible a la
mínima acción, sobre actuando siempre sin darnos cuenta ante el menor daño.
Podemos llegar a un estado de egocentrismo extremo, y de aislamiento emocional,
no permitiendo que nadie cause ninguna perturbación en nuestro estado de ánimo,
ya sea para bien o para mal, un estado en el que nos encerremos de nosotros
mismos, y nos separemos de nuestro semejante por haber perdido la capacidad de
sobrellevar los errores ajenos, de perdonarlos, de convivir con lo bueno y lo
malo de cada persona. Nos volvemos prisioneros de nosotros mismos, en una
prisión de la que nadie puede salir o entrar.
S.G.M.
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