DISPUESTOS A MEJORAR
No
nos apresuremos a sacar conclusiones cuando algo nos ha hecho daño, o nos ha
decepcionado, antes de presuponer
motivos, es mejor preguntar directamente a la persona implicada, y tampoco es bueno ponerse demasiado en el
panel de víctima, a la que han hecho un daño irreparable.
Es
cierto que ciertas cosas nos duelen, o nos decepcionan, porque pensamos que no
han actuado justamente con nosotros, que no han mostrado la empatía suficiente,
o el interés suficiente, pero pensemos en que quizás nosotros hemos hecho lo
mismo en alguna ocasión, solo hemos pensado en nosotros, hemos buscado nuestra
propia ventaja, o hemos utilizado en cierto sentido a alguien.
Si
somos capaces de reconocer que a veces consciente o inconscientemente lo hemos
hecho, y que quizás la persona victima de esa situación nos ha perdonado, o lo
ha dejado pasar, actuando así más amorosa que justamente con nosotros. Si somos
capaces de tener la suficiente humildad como para reconocer esos errores
propios y de aplicar la misma medida que otros nos aplicaron, devolviendo bien
por mal, entonces habremos aplicado la misma misericordia que Jehová Dios tiene cada día con nosotros .
(
Viene bien recordar aquí la ilustración del esclavo al que le fue perdonada esa
deuda de un millón de denarios, y como a él le costó después perdonar una
insignificante deuda a otra persona,
haciendo que cayera sobre el todo el rigor de la ley, para no caer
nosotros sin darnos cuenta en ese mismo error)
Reconocer
nuestros propios errores, y nuestras debilidades es el primer paso para mejorar
y rectificar. Aun somos unos niños, comparado con el tiempo que aun nos queda
vivir, así que aun tenemos mucho tiempo para mejorar, para rectificar. Por eso
no nos definamos tan rápidamente, ni nos adjudiquemos una personalidad
inalterable, e inflexible, y no pongamos como excusa, o culpemos continuamente
a nuestro pasado, a nuestras vivencias, o a el daño sufrido, de ser como somos,
y de actuar como actuamos.
Una
auto compasión no equilibrada, y el adoptar un papel de víctima casi siempre,
convirtiéndolo casi en un hábito, como una manera de disminuir nuestra
culpabilidad y de justificar ciertas actitudes y hechos poco justos, de forma
que nos excuse continuamente y nos evada de nuestras responsabilidades, y de
nuestro deber de esforzarnos de verdad por mejorar y de hacer todo aquello que
sabemos que tendríamos que esforzarnos en hacer, acabará por volvernos una
víctima de nosotros mismos, acomodándonos para siempre en ese papel.
Estemos
dispuestos a dar a otros, y a darnos tiempo para rectificar, para mejorar, para
avanzar, intentando no ser más duros con los demás de lo que somos con nosotros
mismos.
S.G.M.
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