DESCONFIANZA
Cuando conocemos a alguien, y
empezamos a apreciarla, a interesarnos por sus sentimientos, a compartir los
nuestros es fácil llegar a cogerle un cariño especial, y todo sería perfecto si
pudiéramos mantener esos lazos de amistad y amor sincero. Siempre he dicho que
la amistad es algo más sincera y altruista que el amor romántico, pues nunca
espera demasiado de la otra persona, ya que se basa principalmente en intentar
hacer feliz a ese amigo con todo lo que tenemos de nosotros mismos, y no
conlleva exclusividad absoluta, ya que puede ser compartida y enriquecida al
ensancharse hacia nuevos amigos.
El problema siempre viene cuando empezamos a
enamorarnos, que suele ser en muchos casos de una forma un tanto posesiva. Por
alguna extraña razón empezamos a quererla para nosotros solos, queremos su
atención constante, su interés constante, su devoción constante, y empezamos a
sentir que en cierto modo nos pertenece, y empezamos a exigirle cosas.
A veces
ponemos el parche antes de que se haya producido la herida, y el miedo a que
nos defeccione y nos engañe hace que a veces empecemos a dudar de ella, y que
nos enfademos con ella acusándolo de intenciones malas que nosotros nos hemos
imaginado que tiene al hacer ciertas cosas, lo acusamos sin tener pruebas, y no
somos capaces de concederle el beneficio de la duda. Pensamos que quizás
acusándolo de ciertas cosas y mostrándole el dolor que nos haría sentir si las
hiciera va a conseguir que él no las haga, o que él vea cuanto lo queremos,
pero la realidad es que eso así nunca funciona, porque el daño que le
causamos a él dudando de sus sentimientos no compensa para nada el que nosotros
hayamos actuado así para probarlo en cierto sentido y para mostrarle la
reacción que tendríamos por el dolor que nos causaría si nos hiciera de verdad
las cosas de las que le acusamos.
La consecuencia más probable será
que se alejará de nosotros, porque si hay algo que sustenta una relación es el
saber que la otra persona cree en nosotros. Todos necesitamos que alguien nos
defienda y nos apoye “ciegamente”, y si no podemos darle eso a nuestra pareja,
se alejara de nosotros, pues aun estando a nuestro lado se sentirá totalmente
solo. Podrá darnos amistad, pero no se podrá entregar totalmente a nosotros,
porque sinceramente nosotros no hemos conseguido entregarnos de la misma forma
a él.
Cuando tienes demasiado miedo a
perder
es inevitable que llegue el día
que ya no tengas nada que ofrecer.
es inevitable que llegue el día
que ya no tengas nada que ofrecer.
¿Recuerdas cuando te enamoraste la primera vez, como sentías que esa persona era
tu mundo, como tu pensamiento siempre estaba dedicado a él, como hubieras hecho
cualquier cosa para que se enamorara más de ti?
Pues no puedes permitir que el
tiempo y las decepciones cambien esa intensidad con la que sentías antes, con
la que te enamorabas antes, porque si no te entregas hasta el último pedazo,
difícilmente alguien se enamorara de ti como te gustaría que lo hiciera, al
igual que tu nunca te podrías enamorar de alguien que no se entregara como si
tú fueras la última persona a la que fuera a amar en la tierra.
Solo quería darte razones suficientes para que no te
guardaras tanto de ti misma, pues es la única forma que conozco de que puedas
volverte a sentir tan feliz como cuando eras esa persona que tanto te gustaba
ser, que no esperaba nada, que ni se daba cuenta de que no recibía apenas nada,
pues estabas demasiado ocupada en entregar todo por aquello en lo que creías,
por esos sueños que nos hacían levantarnos de un salto por la mañana, con ganas
de comernos el mundo.
Dime una cosa: si dejas de creer que
esos sueños de encontrar a la persona que siempre quisimos tener a nuestro lado
no pueden hacerse realidad, entonces sinceramente, ¿que estas buscando?
Si
hemos dejado de creer por alguna razón, que existe una persona por ahí capaz de
enamorarse y de entregarse por nosotros igual que nosotros lo haríamos por
ella, ¿que estamos buscando entonces cuando empezamos una relación amorosa con
alguien, si en el fondo no creemos ni pensamos que sea la persona que siempre
hemos querido tener a nuestro lado? ¿Nos hemos vuelto sin darnos cuenta
demasiados conformistas? ¿Hemos aceptado que alguien forme parte de nuestra
vida porque no pensamos que haya nada mejor?
Si decidimos compartir nuestra
vida con alguien por el cual no sentimos total admiración y con la cual no nos
sentimos totalmente afortunados de estar, esa relación está condenada al
fracaso.
S.G.M.
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