El engaño más común y más viejo en una relación, es pensar que uno mismo puede ser una motivación más fuerte para hacer cambiar a alguien, que sus propios principios internos y que la motivación que él mismo debe tener de hacerlo para estar más a la altura del Cristo.
Esos cambios suelen ser temporales, pues carecen de una motivación solida, y más que un cambiarse suele ser un aplazarse.
S.G.M.
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