martes, 5 de enero de 2016

Soledad

La soledad no es lo dañino, es el sentirse solos lo que puede dañarnos emocionalmente y animicamente. La soledad es peligrosa para quien no tiene la capacidad de sentirse acompañado aun no teniendo nadie a su lado. Pero son más a los que no se le enseñó a usar esta soledad en su beneficio, que los que carecen de dicha capacidad. La consecuencia es que acaban buscando compañía y afecto de otros a cualquier precio, que es lo que en realidad hace que se sientan realmente solos y entren en relaciones continuas de dependencia. El sentirse solos tiene que ver más con sentirse vacíos y no queridos, que con no sentirse acompañados. El problema es la falta de educación emocional que proporciona el sistema educativo, la falta de personas cualificadas, y de programas para ello. Nunca se les educó para saber meditar, reflexionar, aprender a través de ahondar en sus emociones y pensamientos, en el legado de la escritura bíblica y sus publicaciones, y en el de tantos y tantos buenos escritores, poetas y pensadores.
Se les educó más bien para distraer la mente, y obtener momentos de felicidad pasajeros a través de placeres, de obtener cosas, de obtener atención, o de momentos de cariño.
Se les inculcó la necesidad de ser queridos y aceptados por otros, antes que la necesidad de amarse, conocerse y conseguir que sus acciones, pensamientos y sentimientos estén en armonia, conseguiendo así ser una persona unificada y en paz consigo misma, y obtener una equilibrada independencia emocional que les permita sentirse valiosos por lo que son interiormente, aun cuando nadie fuera capaz  de percibirlo ni valorarlo.
La meditación, el estar a menudo a solas con nuestros sentimientos y pensamientos, y otras aprendiendo también mediante la lectura, mediante medios visuales y auditivos, es la base para tener algo valioso, estable y definido que compartir, es la base para tener relaciones sanas, libres de desequilibradas dependencias emocionales.
S.G.M.

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