lunes, 26 de marzo de 2018

Lecciones

En nuestros primeros años uno no tiene sueños, no los necesita, realmente vive cada día con ilusión nada más. Pasan algunos años y uno empieza a aspirar,  cantos de sirena resuenan a lo lejos y empezamos a desear algo que creemos que nos falta, algo por lo cual empezamos a suspirar, y todo empieza a girar a su alrededor, se convierte en nuestro centro, todos nuestros esfuerzos se dirigen a ese fin, hasta empezamos a olvidarnos de nosotros, algunos incluso llegan a transformarse en alguien irreconocible para si mismos, y todo por esa necesidad temprana de reconocimiento, necesidad de que nos necesiten, necesidad de que alguien nos haga sentir valiosos.
Y sin importar el costo, nos suicidamos una y otra vez aunque sigamos vivos, perdemos nuestro propio poder y lo depositamos todo en manos equivocadas.
Y no es hasta pasados unos años que entendemos que cualesquieras que hubiesen sido las manos elegidas el resultado hubiese sido el mismo, hubiesen sido manos equivocadas, pues nunca se debe dejar tanto en manos de nadie, ni depender de la valoración, aprobación o admiración ajena.
El mundo es un lugar lleno de gente demasiado cruel, caprichosa, no se debe caminar siempre con el corazon abierto, siempre tropezarás con quien solo quiera usarlo para embriagarse unas noches con el,  y aunque siempre llegan tarde la mayoría de las lecciones de vida, esas que te enseñan que hay muchos que están donde corresponde, merecen y han aspirado, nunca es tarde para valorarse más y aprender quien por encima de todo y de todos merece lo mejor, nuestros dones y dedicación.
S.G.M.

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